Mi
padre, alto, con su uniforme recién planchado, oliendo a limpio, sus ojos
verdes mirándome, sus pobladas cejas negras arqueándose por mi petición, que,
aunque infantil no le dejó impasible...
Sus
manos firmes entre mis manecitas pequeñas, todavía con hoyuelos, hoyuelos que
insistían en la inocencia de mi palabra: "papá en pico, córtame las uñas
en pico..."
Ahora,
hoy, en mi presente, en el segundo justo que me acicalo las manos, siento
todavía su mirada de asombro posada en el color del esmalte nacarado que me
aplico, evocando todavía hoy la nostalgia de aquel recuerdo dorado que
permanecerá en mi por siempre, más allá de los tiempos venideros...
No
me estoy haciendo la manicura, no, pero he notado como un ángel ha estado por
aquí apretando las teclas de mi ordenata, mientras escribía....
No hay comentarios:
Publicar un comentario